Las viejas heridas
En la exhortación del Papa Francisco «Amoris Laetitia» se destaca un punto que es de suma importancia, y este es el cuidar que nuestras viejas heridas causen dificultades en la convivencia familiar.
¿Qué es una herida? Las heridas igual que en la dimensión biológica son lesiones que rompen, que cortan, que arañan, que destruyen algo y lo convierten en algo diferente a lo que era. En el plano psico-emocional, las heridas son huellas que, muchas veces, cambian el rumbo de las personas. Como cada persona es diferente, las consecuencias también son diferentes, pero tienen algo en común: la necesidad de trascenderlas.
Es decir que tienen implícitamente un llamado de ir más allá. Incluso el trauma más profundo tiene esta cualidad porque las heridas de la existencia claman por ser sanadas al igual que las heridas del cuerpo. En las heridas del cuerpo, contamos con la sabiduría de su mismo proceso de auto sanación; por ejemplo, los huesos rotos se sueldan, las heridas abiertas se cierran, etc. y dejan esa cicatriz que siempre nos recuerda la lesión, pero que, al mismo tiempo, habla de nuestra capacidad de auto curación. Lo mismo ocurre en el campo psico emocional, contamos con un proceso interno que nos atrae a trascenderlas; a buscar un aprendizaje o un sentido en ellas, pero sabemos que quedarán como una huella en la vida.
Lo lógico entonces es sanar las heridas. No se trata de eliminar sus rastros o peor de abrirla constantemente, pero hay que decir que muchas personas justamente intentan esto. Eliminarlas borrándolas de la mente y ocultándolas detrás de defensas, incluso de ataques (para no ser heridos otra vez), en miedos y actitudes irracionales. De alguna manera, esta situación abre la herida una y otra vez. Es como si la misma persona al tratar de evadirla, se coloca limón sobre ella y la actualiza constantemente. Por ejemplo, si en mi historia biográfica hay heridas de auto estima (valoración de lo que soy y confianza en lo que puedo hacer) esas heridas pueden implantarme ideas equivocadas como promesas de: “nunca más me harán daño” y pueden propiciar la búsqueda del poder (dinero, estatus, estudios, etc.) como recurso defensivo.
Incluso hay personas que sus heridas antiguas las convierten en murallas enormes sin que los demás puedan penetrar o peor comprenderles. Sus actitudes pueden ser erráticas, manifestar aislamiento, juicios constantes a los demás y hasta violencia. Y es que la violencia interna que produce esa misma herida entre “quiero bienestar, pero no puedo conseguirlo” se traduce en una especie de venganza con los demás. Como pueden imaginarse, en el matrimonio o en la vida familiar, las heridas antiguas pueden ser un problema.
Es importante entonces que cada persona revise internamente sus heridas e indague si las ha trascendido o siguen supurándole el alma y, como muchas veces, nos enceguecen, pregunte a los suyos si avanzan a ver alguna herida abierta en usted. Piense que esa herida, que le supuso una emoción intensa en su momento, apenas duró unos minutos, pero que ha sido su mente la que las ha rumiado una y otra vez y con ello, usted ha sido responsable de ponerse limón en la herida y alargarla en el tiempo. ¿Quién se bebe veneno cuando sabe que es veneno?
Reconcíliese con ese pasado. No es cuestión de olvidar, dejar de sentir, minimizar o buscar justicia; es cuestión de liberarse. Quedar libre es encontrar un sentido, un aprendizaje, un significado edificante para usted y los suyos. Imagino que no le tengo que decir, que estamos en terreno del perdón sea con otros o con usted mismo. Una tremenda decisión que navega en aguas de la gratuidad, pues no hay recompensa en el perdón, solo la comprensión profunda de que las heridas pueden ser huellas de crecimiento o dagas continuas en el corazón y la mente.
Perdonar supone quitar ese “poder” que usted mismo ha dado a esa herida. ¿Cómo identificar las heridas? Solo mire dentro de usted y cuando encuentre un dolor, un deseo de venganza o de restitución con su yo; algo que le parece que no recibió, que perdió o le quitaron, chequéelo con detenimiento y mire si tras él hay una huella de defensa que ha creado “para que nunca más le duela”.
Jesús puso énfasis en el perdón, tanto que en el mismo Padrenuestro está incluido y se puede imaginar que él mismo tuvo que perdonarnos una y otra vez. Su comportamiento es fiel reflejo de la libertad que otorga el perdón.
Recuerde que mantener heridas abiertas es someter a los demás a sus propias defensas y nada que surja de allí, puede ser bueno para su pareja o para su familia.
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Textos de Eliana Cevallos.
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