1 de diciembre de 2010

Mateo 15, 29 - 37

Paz y bien en el Señor Jesús y en su Santísima Madre!

Dice el Señor:
Venid a mi todos los que estaís cansados y oprimidos y yo os aliviaré (Mt 11, 28)

El pan que yo daré es mi misma carne para la vida del mundo (Jn 6, 52)

El que come mi carne y bebe mi sangre vive en mí y yo en él (Jn 6, 57)

Las Palabras que os he dicho son espíritu y vida (Jn 6, 64)
Estas son tus palabras ¡oh Cristo verdad eterna!, aunque no hayan sido pronunciadas todas en el mismo tiempo ni escritas en un solo lugar. Pero como son tuyas y son verdaderas, yo las debo recibir todas con gratitud y con fe. Tuyas son porque tu las pronunciaste, pero son también mías porque tu las dijiste por mi salvación.

Tu me ordenas acercarme a ti con toda confianza si quiero ser de tu compañía y me mandas recibir el alimento de la inmortalidad si quiero alcanzar la vida eterna y la gloria. Dulce al oído del pecador es esta palabra y llena de intimidad. Con ella, Señor y Dios mío, invitas al pobre y al necesitado a recibir la comunión de tu Cuerpo Santísimo.

Pero ¿quién soy yo Señor, para que presuma acercarme a tí? Toda la extensión de los cielos no pueden contener tu grandeza y tu dices: ¡Venid a mi todos! ¿Qué significa esta condescendencia tan bondadosa y esta invitación tan amorosa? ¿Cómo me atreveré acercarme a tí, yo que no encuentro en mi la sombra de alguno bueno que pueda darme aliento para hacerlo? ¿Cómo podré albergarte en mi casa, yo que tantas veces he ofendido tu presencia tan benigna?

Los ángeles y los arcángeles ante ti se postran con toda reverencia, los santos y los justos te temen y tu dices: ¡Venid a mi todos! Y si no lo dijeras tu, Señor, ¿quién lo creería? Y si no lo mandaras tu, Señor, ¿quién osaría acercarse?
«Te damos gracias, oh Padre santo, por tu santo nombre que has hecho habitar en nuestros corazones, por el conocimiento, la fe y la inmortalidad que nos has revelado por Jesús, tu Hijo. ¡Gloria a ti por los siglos. Amén! Eres tú, Señor todopoderoso, que has creado el universo, para alabanza de tu nombre; has dado a los hombres las delicias del alimento y bebida para que te den gracias. Pero a nosotros, nos has hecho la gracia de un alimento celestial y de una bebida espiritual, y la vida eterna, por Jesús, tu siervo»
Fraternalmente,

Claudio



Textos: La Imitación de Cristo.
Oración: La Didajé (entre 60-120), catequesis judeo-cristiana

1 comentario:

  1. Gracias solo en Diod descansa mi alma si ÉL es el verdadero pan de vida si todos tomaramos conciencia que solo ÉL es la vida que solo ÉL es el alimento de vida pidamos al señor que abra en corazón del hombre y le descubra como ese verdadero pan de vida que espera por nosotros unidos en oración y un abrazo en Jesús y María

    ResponderBorrar

«Porque la boca habla de la abundancia del corazón.» (Mt. 12, 34) Por lo tanto, se prudente en el uso de ellas y recuerda que en este blog no se aceptan los comentarios anónimos.