11 de septiembre de 2010

El rinconcito de María - V


Creer en el que Dios ha enviado


¡Paz y bien en el Señor Jesús y en su Santísima Madre!

Al día siguiente de la multiplicación de los panes, la gente que se había quedado del otro lado del mar. Vió que allí no había más que una barca y que Jesús no había embarcado con sus discípulos, sino que éstos se habían marchado solos. Pero llegaron otras barcas de Tiberíades, cerca del lugar donde habían comido pan.

Cuando la gente vió que Jesús no estaba allí, ni tampoco sus discípulos, subieron a las barcas y fueron a Cafarnaum en busca de Jesús. Al encontrarlo a la orilla del mar le dijeron "Rabí, ¿cuándo has llegado aquí?" Fijense como Jesús estaba obrando diversas señales: no sólo la multiplicación de los panes sino también esta aparición inexplicable en Cafarnaum.

Pero mi Hijo, que conocía todos los pensamientos de los hombres, les dijo no sin ternura:
"En verdad, en verdad les digo: ustedes me buscan, no porque han reconocido mis señales sino tan sólo porque han comido de los panes y se han saciado. Obren más bien, no por el alimento perecedero, sino por el alimento que permanece hasta la vida eterna, el que les dará el Hijo del hombre, porque a éste es a quien el Padre Dios, ha marcado con su sello"
Mi Hijo, sigue haciendo estos prodigios y muchos más en este tiempo, porque es el mismo ayer, hoy y siempre y además su Palabra jamás pasará. Pero muchos entre ustedes se contentan con ser sanados físicamente y una vez que son sanados vuelven a lo suyo sin ver el signo del amor de Jesús que también es signo de su divinidad.

Esta es la fe que Jesús no quiere porque es desaprovechar sus milagros y señales pensando solamente para sí y su provecho sin reconocer la obra de Dios en ellos. O bien, cuando se entretienen siempre en el mismo tema de las sanaciones físicas o aún interiores, sobreponiéndolas a las señales de Jesús, que nos llama siempre a aumentar nuestra fe y nuestro amor, y sin esta fe y amor no hay sanación que valga la pena.

Jesús cuando sana, lo hace para la conversión de personas y edificación de la Iglesia.

Volviendo a Cafarnaum, un poco contradecidos por las palabras de Jesús, le preguntaron "Qué hemos de hacer para obrar las obras de Dios" Jesús les respondió:
La obra de Dios es que crean en el que él ha enviado.
Ellos le dijeron entonces, no sin cierta insolencia: "¿Qué señal haces para que viéndola creamos en Tí? ¿Qué obras realizas?". No les fue suficiente la multiplicación de los panes ni ver a Jesús milagrosamente transportado a Cafarnaum; pedían lo que ellos querían y no lo que Jesús les ofrecía. Es la clase de señales y milagros que Jesús desprecia, como los que se piden perentoriamente, como obligándolo a hacerlo, como exigían los judíos o bien por cálculos egoístas y provecho propios, como esta gente que lo seguía sin una intensión recta.

Sólo apreciará a aquellos milagros que se realizan para los que van en busca de sanación, confiando en el poder de su nombre. Entonces les dirá:
¡Grande es tu fe!
Que el Señor los bendiga.

Claudio

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