18 de septiembre de 2010

El anhelo que Dios siempre sea glorificado en nosotros

Paz y bien en el Señor Jesús y en su Santísima Madre!

El Señor prueba la fidelidad de su siervo para ver si sabe abnegarse y vencerse en todo a si mismo. Tal vez no haya nada tan importante como la necesidad de morir a ti mismo cuando ves y consideras que las cosas repugnan a tu voluntad y principalmente cuando juzgas poco razonable y de insignificante utilidad lo que te viene mandado.

Y como no te atreves a oponerte a las disposiciones de la autoridad bajo cuya obediencia estas sometido, te parece duro caminar según las directivas determinadas por otros y renunciar a tu propio parecer. Pero hijo, reflexiona en la pronta terminación de estos trabajos, en el fruto que ellos producen y en la enorme recompensa y no experimentarás aflicción sino una gran alegría por tu paciencia.

Por un poco de voluntad personal que ahora renuncies con generosidad, gozarás de la plenitud de tu voluntad en los cielos. Allí encontrarás todo lo que quieras y todo lo que puedas desear. Allí tendrás la facultad de gozar del bien total, sin peligro de perderlo. Allí tu voluntad que será un sola con la mía, no aceptará ninguna cosa extraña ni personal. Allí nadie te hará oposición, nadie se quejará de tí, nada te estorbará y nadie será un obstáculo en tu camino, sino que cuanto aspires lo disfrutarás en su totalidad y serán cumplidos todos los anhelos y saciados hasta en sus mínimos detalles.

Allí concederé gloria por la afrenta sufrida, un traje de honor por la aflicción sobrellevada y un trono en el reino eterno por el último lugar elegido sobre la tierra. Allí se verá el fruto de la obediencia, tendrá júbilo el trabajo de la docilidad y será gloriosamente coronada la dúctil sumisión.

Por lo tanto, sométete con humildad bajo la mano de todos, sin mirar quien es el que habla o el que manda. Preocúpate solamente de aceptar como muy oportuno y cuidando de cumplir con firme voluntad todo lo que pueda pedir o disponer el superior, o uno más joven que tú o uno de igual edad que la tuya.

Aunque unos busquen una cosa y otros otra, y que éste se glorie de esto y aquel de aquello y por eso reciban mil alabanzas, tu no debes alegrarte ni de esto ni de aquello, sino gozar en el desprecio de ti mismo, y en el sólo cumplimiento de mi voluntad y en mi gloria.

Es esto lo que debes anhelar: que Dios por la vida o por la muerte, siempre sea glorificado en tí.
"Así lo espero ansiosamente, y no seré defraudado. Al contrario, estoy completamente seguro de que ahora, como siempre, sea que viva, sea que muera, Cristo será glorificado en mi cuerpo" (Flp. 1, 20)
Que el Señor los bendiga,

Claudio


La Imitación de Cristo

1 comentario:

  1. Hermosa reflexión ayuda gracias,es verdad cuando realmente morimos a nosotros mismo somos capaces de ver en todo la mano de Dios en nuestra vida,y todo cuanto nos acontece está lleno de del la presencia de Dios que nos envuelve,y solo buscamos que El sea quien viva en nosotros que Dios nos ayude a renunciar a nosotros mismo a mi yo que su gracia nos llene y nos transfome en verdaderos seguidores suyos un saludo en Cristo Jesús

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