6 de agosto de 2010

Himno de Acción de Gracias (Salmo 138)


¡Paz y bien a todos!

Con el corazón agradecido vamos enumerando en nuestras vidas las razones por las cuales queremos alabar al Señor: por su misericordia, por su lealtad, por sus promesas y porque cuando lo hemos invocado siempre nos ha escuchado. Porque siendo tan sublime se fija en el humilde; porque la experiencia nos enseña que cuando caminamos entre peligros, El nos conserva la vida; porque su brazo nos libra del enemigo y nos salvará; porque seguirá completando día por día la serie interminable de sus favores y porque su misericordia es eterna.

Te doy gracias, Señor, de todo corazón;
delante de los ángeles tañeré por tí,
me postraré hacia tu santuario,
daré gracias a tu nombre;
por tu misericordia y tu lealtad,
porque tu promesa supera a tu fama;
cuando te invoqué, me escuchaste,
acreciste el valor de mi alma.

Que te den gracias, Señor, los reyes de la tierra
al escuchar el oráculo de tu boca;
canten los caminos del Señor,
porque la gloria del Señor es grande.

El Señor es sublime, se fija en el humilde,
y de lejos conoce al soberbio.

Cuando camino entre peligros, me conservas la vida;
extiendes tu izquierda contra la ira de mi enemigo,
y tu derecha me salva.

El Señor completará sus favores conmigo:
Señor, tu misericordia es eterna,
no abandones las obras de tus manos.

Termina este hermoso himno con una súplica muy importante: Señor recuerda que nosotros somos obra de tus manos; por eso, no nos abandones jamás. Todo artista ama la obra que ha creado. Nosotros hemos sido hechos por Tí, por eso sabrás cuidarnos como hechura tuya.

Esta verdad debe proporcionarnos una confianza sin límites.

Que el Señor los colme de bendiciones!

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