26 de julio de 2010

Pedir la ayuda de Dios con fe en recuperar la gracia


¡Paz y bien para todos!

Hijo, yo soy el Señor que consuela en el día de la tribulación (Nahúm 1, 7). Ven a mi cuando algo te va mal. Lo que más impide el consuelo celestial es que recurres demasiado tarde a la oración. ¿Por qué antes de dirigirte a mi a través de la oración, buscas muchos consuelos y te recreas en cosas exteriores? De aquí proviene que todo se aprovecha poco hasta que te des cuenta que yo soy el que libro a los que esperan en mi, ya que, fuera de mi, no hay ayuda eficáz, ni consejo útil, ni remedio duradero.

Una vez que hayas recuperado el aliento después de la tempestad, recobra las energías a la luz de mis misericordias, porque, dice el Señor, estoy tan cerca para restablecer todas las cosas como eran antes no solo en su integridad, sino en medida más abundante y completa.

Que el Señor los colme de bendiciones!

Claudio C.


La Imitación de Cristo, Tomás de Kempis



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