21 de julio de 2010

Convivencias con Dios: crecimiento espiritual

¡Paz y bien a todos!

El sábado 17 terminó el retiro con la vida de Cristo; el primer capítulo de las Convivencias con Dios; en esta magnífica posibilidad de vivir con Jesús durante siete días intensos, fuimos a servir a los doce hermanos conviventes y servidores, desde la cocina, cumpliendo la voluntad del Señor.

CONVIVENTES Y EQUIPO DE SERVIDORES
Carina (Servidora), María Julia, Silvia, Myriam, Padre Adolfo osm (Sacerdote Asesor)
Laura, Dione, Angélica, Noelia, María de los Angeles, Marisa, Juan de Dios (Servidor), Margarita (Servidora)
Martina, Nora, Silvia (Servidora), Víctor (Coordinador Equipo de Servidores)
María José y Pablo

Y en la reflexión de esta experiencia, tomé la Palabra de Dios, como marco, para comprender el camino en el crecimiento espiritual:

"Todavía estaba hablando a la multitud, cuando su madre y sus hermanos, que estaban afuera, trataban de hablar con él. Alguien le dijo: "Tu madre y tus hermanos están ahí afuera y quieren hablarte". Jesús le respondió: "¿Quién es mí madre y quiénes son mis hermanos?". Y señalando con la mano a sus discípulos, agregó: "Estos son mi madre y mis hermanos. Porque todo el que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre". (Mt. 12, 46-50)

Y cumplir la voluntad de Cristo es adentrarnos en su intimidad; es crecer espiritualmente y en la vida de la fe. Crecer en Cristo Jesús es permitir que su vida impregne todas las áreas de nuestra vida humana. Crecer en Cristo es procurar conocer primero a Dios Padre quien nos revelará quien es su Hijo Jesucristo, su enviado al mundo para que fuera camino, verdad y vida para rosos los cristianos. Para que haya crecimiento es imprescindible tener vida, conocimiento de Dios y haber vivido una experiencia del mismo. Para eso es indispensable primeramente una renovación adulta y responsable de nuestro bautismo.

Este crecimiento en Cristo tiene una meta: "que Cristo habite en nosotros por la fe y así podamos comprender con todos los santos cual es la anchura y la longitud, la altura y la profunidad del amor de Cristo" (Ef. 3, 17-19). Recordemos que el crecimiento espiritual tiene su origen en el mismo Dios, por consiguiente, es una gracia suya que se nos da en el santo bautismo.

Hay ciertos signos que nos permiten constatar el crecimiento de una persona, y se ve cuando hay madurez en Cristo; cuando se ha afinado la conciencia cristiana; cuando hay discernimiento del bien y del mal; cuando las relaciones con la Santísima Trinidad son cada vez más claras y continuas; cuando la práctica de la bienaventuranzas van apareciendo en todos los actos de nuestra vida; cuando se enfrentan los problemas de la vida en paz, serenidad y dominio de si mismo.

Debemos aprender a permanecer en el amor de Cristo creyendo en su palabra. Crecer en Cristo significa por consiguiente tener una comunicación con su vida, con su Espíritu, con el conocimiento de su Padre, es procurar tener los mismos sentimientos que El tuvo, los mismos intereses, los mismos criterios, es dejar que la vida de Cristo penetre y empape la nuestra de tal manera que podamos decir: "Vivo, mas no yo, es Cristo quien vive en mí" (Ga 2, 20)

Entonces, crecer en Cristo Jesús, será no vivir nunca para si; no ser servido, sino servir a los demás; saber dar la vida por los otros, procurar instaurar en el mundo actual el Reino de Dios; hacer la voluntad de su Padre y darle gloria; manifestar en nosotros los frutos del Espíritu que son: amor, alegría, paz, fortaleza, amabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre y equilibrio.

"Yo por mi parte era como un canal salido de un río, como un arroyo que se pierde en un jardín del Paraíso. Yo pensé "voy a regar mi huerta, voy a regar mis flores". Pero mi canal se convirtió en río y el río en mar. Entonces dije "Haré brillar como la aurora la instrucción, llevaré a lo lejos su luz. Derramaré la instrucción como una profecía y la dejaré a las generaciones venideras" (Eclo/Sir 24, 30-33)

EQUIPO AUXILIAR DE COCINA
Claudio, Aldo, Lidia, Tita y Jane


Cuidalo C.

¡Que el Señor los colme de bendiciones!

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