18 de mayo de 2010

La gracia de Pentecostés

¡Paz y bien para todos!

La gracia de Pentecostés es parte del aspecto esencial del plan de Dios y del misterio pascual. Esta enraizada en la visión de Dios, que se revela explícitamente en la Epístola a los Efesios:
"Bendito sea el Dios y Padre de nuestro señor Jesucristo que nos ha bendecido con toda clase de bendiciones espirituales, en los cielos, en Cristo; por cuanto nos ha elegido en él antes de la creación del mundo, para ser santos e inmaculados en su presencia, en el amor, eligiéndonos de antemano para ser sus hijos adoptivos por medio de Jesucristo, según el beneplácito de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia con la que nos agració en el Amado" (Ef 1, 3-6)
Esta nueva creación llega a través del misterio pascual. Jesús, por su Sangre, trajo el perdón del pecado y la reconciliación con Dios. El Espíritu se derramó sobre las nuevas criaturas que creyeran y aceptaran el plan de Dios. Como resultado, nos convertimos en una nueva creación. Pero para vivir esta vida de santidad, de no culpabilidad y de plenitud de amor, Jesús y el Padre derramaron el Espíritu sobre aquellos que creyeran y aceptaran el plan de Dios.

De ese modo, el papel del Espíritu es santificar y dar autoridad a aquellos que están redimidos y reconciliados para que puedan ser testigos y sirvan como discípulos de Jesús en el poder del Espíritu. Ser bautizados en el Espíritu. La gracia del bautismo es la gracia de la Redención y de la participación en la vida divina de Dios. Nos convertimos en templo del Espíritu Santo y somos llamados a vivir en el Espíritu. La gracia de Pentecostés es la activación del poder del Espíritu ya dados a nosotros en el bautismo, pero ahora activado y liberado para el servicio en nombre del Reino de Dios.

La gracia de Pentecostés se da una vez, pero debido a nuestra naturaleza humana necesita ser renovada para que se reavive una y otra vez, de modo que todo el propósito de Dios lo podamos alcanzar en nuestras vidas. Eso era lo que quería decir Pablo a Timoteo cuando escribió "Por esto te recomiendo que reavives el carisma de Dios que está en tí por la imposición de mis manos" (2 Tm 1, 6)

La gracia de Pentecostés es liberada de modo que podamos cumplir nuestra misión de testigos de Jesús con signos y prodigios como credenciales nuestras. De este modo, por este favor especial de Dios, podremos cumplir el mandato de Jesús: "De cierto os digo: el que en mi cree, las obras que yo hago, él las hará también, y aún mayores las hará" (Jn 14, 12).

Para la gloria de Dios!

Bendiciones,



Fuente: Revista Resurrección - RCC

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